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 La educación ambiental nació en la declaración de Estocolmo en 1972. Desde entonces, cada 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, fecha en la que se aprovecha para promover y concientizar a los niños, adolescentes principalmente, pero abierta a todo el mundo, sobre la importancia que tiene cuidar y proteger los espacios que nos rodean, ya que son parte de nuestra vida y nosotros de ellos, son nuestro presente y futuro. La educación ambiental se trata de poner en marcha simples acciones en nuestra vida cotidiana, sí sumamos lo que cada uno hace se puede hacer mucho por nuestro planeta o como también se le llama nuestra casa común. Este concepto que se puede convertir en una forma de vida, debe enseñarse desde la infancia, es desde esta etapa en la que se van creando hábitos en la que se debe hacer conciencia de los problemas ambientales y como afectan a nuestro mundo.
Es necesario hacer comprender a los más pequeños que los recursos de nuestro planeta son limitados, y que la aportación de cada persona contribuirá al futuro del mismo, de una u otra forma. El futuro de nuestro planeta y las condiciones en que se encuentren va a quedar en manos de la gente joven, los que ahora son pequeños tendrán la tarea de salvarlo. Para iniciarnos en este modelo de vida debemos informarnos e informar a los demás, a quienes están cerca de nosotros, con quienes convivimos. Podemos empezar por compartir sobre los pilares en los que se basa la educación ambiental: reciclar, reutilizar y reducir. Y luego poner en marcha acciones concretas y muy fáciles de llevar a cabo, a continuación algunos consejos:
1. Ahorrar agua: se trata de un recurso especialmente limitado, por lo que es básico ser conscientes de la importancia de un consumo responsable. 2. Ahorra energía y utiliza renovables siempre que sea posible: los buenos hábitos energéticos pueden ponerse en práctica en cualquier sitio y a cualquier edad, por ejemplo, haciendo que los más pequeños se encarguen de apagar las luces o aparatos que no se estén usando. Además, es importante hablar de energías renovables como alternativa, e incluso ¡introducirlas en nuestra rutina construyendo por ejemplo un aerogenerador casero. 3. Reduce los residuos que generas y reutiliza: utiliza productos recargables y reutilizables, hacer las compras y llevar un carro o bolsa de tela, elegir productos a granel o sin empaquetar antes que los envueltos, utilizar envases vacíos para manualidades son algunas de las opciones para reducir el número de desechos que producimos diariamente. 4. Recicla: Y cuando ya no encuentres ninguna solución creativa al residuo, el siguiente paso será reciclarlo para permitir que pueda convertirse en un nuevo objeto. 5. Reutiliza: haz que la ropa pase de generación en generación, dona libros, cómpralos usados, restaura los muebles que van cumpliendo años antes de tirarlos. 6. Consumo de forma responsable: antes de comprar cualquier producto, piensa realmente si lo necesitas. A lo mejor puedes usar otro objeto para sustituirlo o alguien te lo puede prestar, incluso encontrarlo en mercados de segunda mano.
7. Cuida tu entorno: Trata el mundo como tu propia casa. Si en ella no tiras cosas al suelo ni rompes los muebles, ¿por qué ibas a hacerlo en la calle o en el bosque? Es básico valorar el espacio común y natural, y aprender a respetarlo. 8. Muévete sin dejar rastro: utiliza el transporte público, la bicicleta o, incluso, desplázate a pie. Será más saludable para ti y también para el planeta, ya que reducirás las emisiones de dióxido de carbono. 9. Respeto por los animales y las plantas: visita viveros, granjas y parques naturales. Apoya el ecoturismo. ¿Qué mejor plan que una escapada por el campo o la playa? Haz que tus hijos e hijas dejen los lugares por los que pasan como los encontraron. 10. Consume alimentos de temporada: así estarás inculcando la educación ambiental en tus hijos y tu cesta de la compra se verá recompensada. Aunque no lo parezca, la naturaleza tiene unos ciclos y seguirlos es significativo para una mejor conservación. Fuentes: |
